Muchas pymes enfrentan el mismo escenario: el equipo trabaja sin parar, las tareas se acumulan, las jornadas se alargan… pero los resultados no se reflejan. No se trata de falta de compromiso ni de talento. Se trata de falta de estructura.
Cuando no hay un sistema claro, cada área opera a su manera, se duplican tareas, se olvidan entregas, y nadie tiene visibilidad real de lo que está pasando. El resultado: agotamiento, errores operativos, y una sensación permanente de estar siempre ocupados, pero nunca al día.