La crisis del COVID-19 paradójicamente impulsará el cambio del ecosistema pyme, acelerando la implementación de soluciones en la nube y los modelos de trabajo híbridos en los que se operará indistintamente desde la oficina, desde casa, o desde cualquier otra ubicación.
La idea de pasar del modelo laboral tradicional a una fuerza de trabajo que opera en remoto, no es nada nueva. Sobre el papel. Lo cierto es que se ha teorizado mucho sobre la importancia y/o conveniencia de implementar modelos de trabajo más flexibles en los que se pudiera combinar el trabajo en la oficina con el trabajo en remoto. De hecho, muchas áreas operan en movilidad con normalidad (comercial, almacén, etc.), sin embargo, la decisión de implementar abiertamente modelos más flexibles no acababa de despegar en el ecosistema pyme.
Una idea sobre la que llevaban años teorizando.
La pandemia y la recesión económica ha impulsado el cambio, primero, por la necesidad imperiosa de dar continuidad a los negocios, salvaguardando la seguridad de los empleados y, segundo, por los múltiples beneficios, incluido el ahorro de costes que implica el trabajo en remoto. Flexibilidad, autonomía, creatividad, conciliación y mejora de los niveles de satisfacción laboral, son algunas de las ventajas del trabajo fuera de la oficina.
Es claro que no todos los trabajos son susceptibles de hacerse vía remoto. Y que no todas las empresas tienen la cultura adecuada para impulsar estos modelos. Pero, en los casos en los que sí se pueda, vale la pena analizar, objetivamente, los datos del trabajo remoto en cuanto a productividad, costes operativos, restricciones geográficas para nuevas contrataciones, desplazamientos, rotación, incluso, contribución en la protección del medio ambiente.
La nube o, mejor dicho, como explican los expertos de ERP para pymes, las plataformas que operan en la nube han hecho posible la transición al trabajo en remoto. La combinación de ordenadores portátiles, monitores de bajo coste y cámaras de alta resolución. Estas herramientas colaborativas y de comunicación potentes, sistemas de almacenamiento en la nube, redes de alta velocidad y soluciones de seguridad, ha hecho posible que las pymes aterrizaran a la realidad una idea sobre la que llevaban años teorizando.
En este contexto de cambio, el ERP en la nube es flexible, potente y funcional, ha facilitado el acceso en remoto a todas las funciones clave de la empresa. Y, ha conseguido, no solo que muchas pymes pudieran proporcionar la estabilidad que necesitaban para impulsar la continuidad de sus negocios, sino que ha buscado la rentabilidad en todas y cada una de sus operaciones.
La nube facilita la evolución
Por lo tanto, el ERP en la nube facilita la evolución hacia la definición de una pyme conectada y remota. Es una solución de gestión de recursos empresariales integrada, con amplia cobertura funcional y fácil de usar. Pero, además, la aplicación de tecnología propia en sus desarrollos y el compromiso de la prestación de servicios adicionales forman parte del valor diferencial de esta solución. Un valor diferencial que se complementa con sus altas dosis de flexibilidad y su capacidad de integración con plataformas de terceros lo que hace que su escalabilidad, su seguridad y su funcionalidad facilite la continuidad de los negocios durante la pandemia y mucho después.